
Circula en redes sociales escrito en memoria de madres de familia que murieron en Hermosillo
“Un Beso de Prisa”
“¡Pórtate bien!” Fue lo último que escuché de sus labios. Yo regresándole una sonrisa, mientras parpadeaba y giraba mi cabeza, para seguir mi camino, contrario al de ella.
¡Parpadeaba!… pensarán que es un poco raro que lo mencione, ya que es algo que todos hacemos y sin darnos cuenta. Pero nunca esa acción me ha podido más que en ese día, en ese instante, en esa despedida.
Sigo deseando no haber perdido el tiempo parpadeando, para mirarla fijamente, y no perderme de ni un milisegundo de su belleza.
El beso fue tan rápido y fugaz como cualquier otro que me daba cuando tenía mucha prisa y teniendo la certeza de que habrían muchos más.
¡Sí!, eso pensé. “Son los mismos de siempre y al cabo que me quedan muchos más por darle y muchos más por recibir de ella”.
Al despedirse, no me di cuenta que se llevaba gran parte de mi alma con ella.
Al girar la cabeza y seguir mi camino, fui para donde siempre, a donde estaban mis amigos y a dejar mi mochila. “Otro día más de escuela”, tenía en mi subconciente.
Al gran estruendo que se escuchó a minutos de dejarme mi mamá en mi escuela, ni si quiera le di importancia. Pues yo me sentía a salvo con mis amigos y los maestros de siempre.
¡Pero no fue así!
Después de ese sonido, llegó una ola que incrementaba cada véz más su ruído, de gritos que denotaban miedo, emergencia, incertidumbre y, aún no lo sabía yo… pero ¡aunciaban la muerte de mi Mamá!
Recuerdo cuando sentí estrellarse la terrible verdad a mís oídos. Fue como si entrara de mi oído hasta mi alma, y me absorbiera gran parte de ella y saliera por el otro oído como un ladrón, y sin que nadie lo detuviera.
¡Mamá, quiero otro beso! ¡Necesito tus abrazos! ¡Quiero hacerte feliz! ¡Haré todas mis tareas Mamá!, pero vuelve a mí.
Ya sin más argumentos en mi alma, y al darme cuenta que nada funcionaría, solo solté mi llanto incesante hasta quedarme sin fuerzas.
¡Pensaba que era eterna! Que ella solo se tenía que encaragar de cuidar de mí, y que si a mí no me pasaba nada, todo estaría perfecto.
Tantos besos que pensé que tendría… tantos abrazos de ella, que ahora necesito más que nunca. Tanto dolor que no conocía, y el temor de vivir un futuro sin su compañía.
¡Mamá!
¡Me diste solo un beso fugaz… porque se suponía que tú ibas a regresar!!
Autor: Luis Carlos Salcido Noriega
“En memoria de Mayra Gutiérrez Higuera y Perla Patricia Ruiz López, madres de familia que perdieron la vida, dejando a sus hijas a la escuela”.